domingo, 3 de agosto de 2008

El cristal con que se mira




Esta fue, sin duda, la máquina más inservible creada por el ser humano en sus primeros intentos por ser otro.
Pensada por Philipp Von Stosch (Temperley, 1576) -quien soñaba con crear un conjunto de redes de comunicación interconectadas de alcance mundial- rápidamente termina siendo utilizada por su abuela como pintoresco velador, a pesar de los reproches de su nieto.



Más tarde, Eva encontraría el invento en un mercado de pulgas y habría decidido no comprarlo, después de mucho regatear.
Sin embargo, este hallazgo sería decisivo para la artista que manda a construir en Estados Unidos, una máquina igual pero para verse a si misma.


La ostra que ve en su primer intento por reflejarse no es obstáculo para esta incansable pionera que, ya en su segundo intento, logra ver a un tío abuelo fallecido años atrás en misteriosas circunstancias. En su último intento -tal como lo muestra el grabado- vio a dios y, lo que vio, no le gustó ni un poco.


Realizada según estrictas indicaciones de la artista y diseñada para soportar temperaturas extremas, la invención consiste en un armazón de alambre, en cuyo centro soporta un cristal antibalas (policarbonato) con un aumento de 0,5.


Por grabados de la época extraviados en una tomatina española, se sabe que, tras el inminente fracaso del instrumento óptico, decide agregar otro lente al artefacto, sosteniendo el marco en la cabeza por un complicado sistema de cadenas que van de una patilla a la otra. Excéntrica, como toda artista que se precie, usó la curiosa invención hasta el día de su muerte.

7 comentarios:

Ay VAleria! dijo...

Si vuestras investigaciones abracan otras latitudes de búsqueda sabrán que algunos ejemplares disfuncionales, dicen quienes saben, se encuentran en los terraplenes del Río Paraná, reflejándo, intermitentes entre mareas, otras costas, claro.

Exitos.

Anónimo dijo...

"...Era como un salvaje que al oír un aparato de radio empezaba a buscar la fuente del sonido. Era un perro que oía llorar al amo, que había recibido una carta donde una muchacha decía que no lo quería. Veía el resultado, y trataba, sin adecuadas herramientas, de determinar la causa, que no podría entender aunque la tuviese bajo las narices.

(…)

¿El cristal había fabricado el árbol, usando el otro como modelo? ¿Pero cómo? ¿Cómo?

-No importa cómo –murmuró Monetre.

Ya lo descubriría. Podía lastimar el cristal. Las leyes y castigos lastiman; el poder se mide por la capacidad de infligir daño. Esa cosa fantástica haría lo que él quisiera, o la torturaría hasta la muerte..."

Los Cristales soñadores, 1950.

Mc Quina dijo...

Muchas gracias a Karina, Daniel, Guadalupe, el Turco, Fernando, Jaime y a todos los que nos alentaron en este inicio!

Maria Ibáñez Lago dijo...

que bueno Eva!!! queremos ver más cosas!!!!!

Anónimo dijo...

Evi,
Quería dejar rastro de mi entrada a tu blog. Acá la dejo! ja! Cuando mi trajín diario me lo permita, quiero escribirte algo más tranqui. De todos modos, me gusta mucho lo que hacés! (Ya lo sabés) Y, como amante de los caleidoscopios, no puede más que interesarme mucho todo esto que estás (des)construyendo. Besotes!
Euge.

Anónimo dijo...

Infinitos los veo, elementales ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto generativo, insomnes y fatales.

J. L. Borges

Me recordó a tus trabajos, Evis.
Becho
Euge

Anónimo dijo...

"Si nunca me extravié en el jardín de los senderos que se bifurcan, es porque fui fiel al antiguo proverbio que exige: en la encrucijada, divídete. Sin embargo, a veces me pregunto: la felicidad, ¿no será elegir y perderse?
La pregunta no es retórica. Y no sé la respuesta. Aún."

Euge en su laberinto.